Las mamas femeninas están localizadas en la pared
torácica anterior y se sitúan normalmente entre la
segunda y sexta costilla y entre el borde lateral del
esternón y la línea medio axilar. En la zona mamaria
más prominente se encuentra el complejo areolapezón.
Una pequeña porción de la glándula mamaria
se extiende superolateralmente a lo largo del borde
inferior del músculo pectoral mayor para formar el
proceso axilar o cola de la mama.
Para localizar las lesiones de la mama, ésta se
divide en cuatro cuadrantes mediante dos líneas
virtuales transversales que pasan por el pezón. Así, cada zona tiene una denominación:
cuadrante superior externo (CSE), cuadrante superior
interno (CSI), unión de cuadrantes superiores (UCS),
unión de cuadrantes externos (UCE), unión de
cuadrantes internos (UCInt), cuadrante inferior externo
(CIE), unión de cuadrantes inferiores (UCinf) y
región retroareolar (RA). Otra forma de referirse a
una zona particular de la mama, es imaginando que
ésta es un reloj análogo e identificando la lesión
según donde apuntarían las manecillas del reloj. En
otras palabras, un tumor ubicado en el CIE derecho
podría también ser descrito como ubicado a la hora 7
u 8 de la misma mama. Es muy importante precisar la
ubicación y consignar la mama afectada sobre todo
en los casos de neoplasia y de lesiones múltiples.
Casi todo el tejido glandular se encuentra en el
cuadrante superior externo y su proceso axilar, por
lo tanto, son zonas de frecuente asiento de patología.
La glándula mamaria contiene entre 20 y 40
lóbulos que drenan hacia conductos galactóforos,
generalmente 12, que se abren posteriormente en el
pezón. En la región areolar existen también las
glándulas de Montgomery que se observan como
pequeñas protuberancias alrededor del pezón y
originan los denominados quistes retroareolares de las adolescentes que son una inflamación local de
éstas que ocurre cuando comienza la secreción
apocrina en un conducto ciego al momento del
desarrollo mamario.
La mama infantil se define por ausencia de botón
mamario que puede aparecer desde los 8 años y
también puede presentar patología casi siempre
benigna y caracterizada por tumores fibroepiteliales.
En la actualidad se utiliza la escala de Tanner para
clasificar el grado de desarrollo mamario, que va de
1 a 5, siendo esta última la mama adulta.
En la anamnesis, se deben consignar algunos
datos trascendentes como el motivo de consulta, el
tiempo de evolución de los síntomas y algún otro
síntoma o signo asociado.
Es importante indagar sobre enfermedades anteriores
de la mama y otros sistemas, cirugías previas,
hábitos como el tabaquismo, uso de medicamentos
con especial énfasis en el uso de anticoncepción
hormonal y terapia hormonal de reemplazo. Además,
incluir historia gíneco-obstétrica: ciclos menstruales,
paridad, edad del primer hijo y lactancia.
Preguntar acerca de antecedentes familiares de
cáncer y grado de parentesco en ambas líneas
genéticas.
En relación a los síntomas específicos de
patología mamaria, interrogar sobre dolor mamario,
palpación de masas, cambios de la piel,
retracción o descargas a través del pezón y nódulos
axilares.
El examen físico, se debe realizar en un lugar
tranquilo, cómodo y privado. La paciente debe
desvestirse de la cintura hacia arriba, primero sentada
frente al examinador y luego en decúbito supino,
adoptando distintas posiciones con los brazos. Se
deben examinar ambas mamas, regiones axilares y
supraclaviculares de forma prolija y ordenada. Se
recomienda dibujar hallazgos, según la localización
por cuadrantes, describiendo el tamaño y ubicación
en la mama.
Se sugiere inspeccionar la paciente sentada,
observar tamaño, forma, contorno de las mamas y
la posición del complejo areola-pezón. Apreciar
deformidades, retracciones, cambios de color y
de la superficie de la piel. Estas mismas características
deben observarse con la paciente extendiendo
sus brazos e inclinando su cuerpo hacia
adelante (tensión de ligamentos de Cooper) y
colocando sus brazos en la cintura contrayendo
los músculos pectorales (masa adherida a planos
profundos). Con la paciente aun sentada,
se deben inspeccionar las regiones supraclaviculares
y axilares.
Luego se realiza el examen con la paciente en
decúbito dorsal y ambos brazos detrás de la cabeza.
Buscar los mismos elementos mencionados anteriormente,
además de grietas o secreciones a través del
pezón. La palpación se realiza en decúbito
dorsal, con ambos brazos detrás de la cabeza. La
superficie de la mama es finamente nodular, lo que
puede acentuarse en ciertos períodos fisiológicos y
confundirse con lesiones tumorales.
Se debe realizar en forma suave con los pulpejos
de los dedos, haciendo una leve presión hacia la
pared torácica abarcando todos los cuadrantes mamarios.
Cada lesión encontrada debe describirse en
cuanto a consistencia, bordes, sensibilidad, adherencia
a planos superficiales y profundos, características
de la piel, ubicación y tamaño. El pezón debe palparse en busca de nódulos
retroareolares y comprimirlo para ver si existe algún
tipo de secreción, describiendo las características de
ésta.
La palpación de regiones axilares en busca de
adenopatías debe hacerse con la paciente sentada
frente al examinador. Ésta descansa su brazo ipsilateral
de la axila a examinar sobre el hombro o brazo
del examinador, el que palpa la axila derecha con
su mano izquierda y viceversa. Se deslizan los
dedos de atrás hacia delante contra la pared
torácica y el músculo pectoral mayor. Se describen,
tal como de mencionó anteriormente, las características
de las adenopatías si éstas fueran palpables.
Finalmente, se palpa la fosa supraclavicularSIGNOS Y SÍNTOMAS DE ALARMA
Nódulos: indoloros, de consistencia aumentada, límites difusos, fijos a la piel o planos profundos. Unidad areola pezón: retracciones, desviaciones, eccema o ulceraciones.
Alteraciones cutáneas: retracciones de la piel, piel de naranja, eritema, edema, ulceraciones, nódulos cutáneos, alteraciones inflamatorias en general.
Descargas por el pezón: hemática o acuosa. Adenopatías: axilares, cervicales o supraclaviculares. Derivados de enfermedad metastásica: dolores o fracturas óseas inesperadas, tos
y disnea, nódulos hepáticos o hígado sensible a la palpación, cefalea y síntomas visuales.
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